sábado, 18 de febrero de 2017

Música para niños: Carnaval, op. 9 de Robert Schumann (2º parte. El baile de máscaras)

Estamos celebrando el  Carnaval y lo hacemos con música. Concretamente con la obra Carnaval. Scènes mignonnes sur quatre notes, op. 9 de Robert Schumann.  
 

Una celebración que comenzó ayer, cuando os explicamos algunos de los enigmas musicales que se esconden bajo esta composición escrita para piano por Robert Schumann entre 1934 y 1935.
Como lo prometido es deuda, hoy toca descubrir al resto de los participantes a este baile de máscaras. Para ello hablaremos, escucharemos y disfrutaremos de cada uno de los veinte números, todos ellos escritos a partir de esas letras-musicales, de los que se compone la obra.

Comienza la fiesta.


Preámbulo.

Una apertura muy solemne a modo de alegres fanfarreas que llaman, que convocan a los invitados al baile que está a punto de empezar. Realmente empieza antes de lo que creíamos, aquí mismo, en este preámbulo pues a partir del min 0'50 comienzan a desfilar un buen número de desconocidas, por el momento, siluetas y a mezclarse entre ellas. Curiosamente este preámbulo es el único número que nada tiene que ver con esas cuatro  notas mignon que tanto nos han dado que hablar hasta ahora.



http://m1.paperblog.com/i/237/2370422/schumann-commedia-dellarte-L-FvzdEt.jpeg




Pierrot.

Es la máscara de Eusebio y bajo él se encuentra el propio Schumann, primer participante del baile. Una pieza insinuante, una especie de ensueño en el que aparece de manera recurrente una idea musical, como no, salida de esas letras-musicales que ayer comentábamos: mib-do-si (min 0'04 aparecen por primera vez). ¿Qué mensaje nos mandan?  Nos cuentan quién se esconde tras la máscara, alguien cuyo nombre empieza por SCH. Fácil, ¿no? Interpreta Charles Rosen

Arlequín.

Pero Eusebio, ese personaje lírico y apacible no es la única forma en la que se nos va a presentar Schumann. Su personalidad como la de tantos románticos se desdobla y su otro yo, el enérgico, seguro de sí mismo e impulsivo toma cuerpo en sus escritos bajo el nombre de Florestán. Es precisamente a este yo al que encontramos bajo la máscara de Arlequín. Su música un vals vivo y espiritual, también con estribillo mágico (para aquellos que deseen buscarlo una escala descendente de Fa a sib) que desembocará sin pausa en el siguiente número. Interpreta Boris Giltburg.

 


 Valse noble.

El baile continúa, en esta ocasión con un maravilloso vals que nos recuerda al mejor Schubert. Tras el receso volverán a la acción Eusebio y Florestán. Escuchemos el vals noble en la interpretación de Wilhelm Kempff


Eusebius.

La música nos muestra nuevamente a Eusebio y como su propia personalidad, la podemos describir como vacilante, en sus fluidos septillos, tierna y temerosa.  Eusebio es el  hermano Pierrot, pero en este punto parece que ya ha decidido renunciar a cualquier voluntad de acción.  Interpreta Claudio Arrau.







Florestán.

Como no, tras la eterna duda Schumann nos presenta a su otro yo. Musicalmente un vals apasionado, juvenil y tempestuoso lleno de cambios de tempo. Tal vez aquí ya nos está presentando a dos de sus invitadas: Estrella y Chiarina e incluso en estos cambios de ritmo contante podemos ver su propia actitud mariposeante con estas dos invitadas. Pero no adelantemos acontecimientos. Interpreta Boris Giltburg
 Coquette.

Por fin la primera invitada. ¿Quién se escondera tras la máscara? La música nos dice que es alguien frívola, coqueta, de ágil silueta y caprichosa en su ritmo balanceante. No parece nadie conocido por Schumann, no es ninguna de sus dos amadas. No somos capaces de identificarla, únicamente sabemos que Schumann la llamó Coquette. Interpreta: Boris Giltbur.


Réplique. 

Siempre sin interrupción, nos volvemos a encontrar en Réplica con Florestan. Esta vez le escuchamos afectado. Tantos encuentros sucesivos y repentinos le están alterando pero él siempre tiene tiempo para soñar, para disfrutar de esa melancolía con la que revive en sus recuerdos. Recuerdos que desparecerán con el diminuendo. Interpreta: Boris Giltbur.

Papillons.  

El torbellino de la fiesta reaparece con el capricho brillante de estas Mariposas a las que incluso les podemos seguir el vuelo.  Con ellas, sin pausa, casi perdiendo el aliento nos vamos directamente al Vals de las letras danzantes.



A.S.C.H.-S.C.H.A. (Lettres dansantes)

Un vals caprichoso para su bella amada. En este momento no hay duda de quien se encuentra tras la máscara. Las letras nos lo dicen, son Ernestina y Schumann. El amante y la amada por fin se encuentran para bailar un vals. Interpreta: Boris Giltbur.


 Chiarina.  

Una nueva invitada aparece en el baile, toda una rival para Ernestina pues es, ni más ni menos, que la joven y apasionada Chiarina bajo cuya máscara se encuentra Clara, quien con el tiempo se convertirá en Clara Schumann, su mujer. Además en este Passionato en  Do m el ritmo de mazurka nos habla de la inminente llegada de un ilustre invitado a la fiesta, ni más ni menos que Chopin. Interpreta: Boris Giltbur.


 



 Chopin.

Como comentaba antes, Schumann ha invitado a dos célebres compositores a este baile de máscaras, paradigma de lo que para él y para muchos son los dos extremos de la Música Romántica. El primero: Chopin. La música que lo describe, una hermosísima melodía cantábile, entre elegiaca y temblorosa bajo la que escuchamos un refinado acompañamiento armónico realizado a partir de arpegios.



 



Estrella

Y tras Chopin, otra invitada femenina. Su nombre Estrella y bajo su máscara nuevamente volvemos a encontrar a Clara. La música otro vals, pero como cabía esperar con semejante invitada, violento y apasionado.







Reconnaissance.  

Tras tanta pasión e invitado ilustre llega un momento de distensión. Contraste total, la alegría y despreocupación es la norma. Algunos aquí vuelven a escuchar a Ernestine y Schumann reconociéndose en el baile.




Pantalon et Colombine.  

Más invitados esta vez venidos de la Comedia del arte. La música rápida, viva, un pequeño capricho en stacatto en el que Pantaleón y Colombina parecen tomarse el pelo mutuamente, y tras algún breve momento de reposo... vuelven a la carga. La tomadura de pelo llega hasta el final con sus últimos cuatro compases a modo de coda inesperada.
 
 Vals allemande

Los invitados siguen bailando en este caso un precioso vals que despliega todo su encanto en el ritmo muy schubertiano de negra-cuatro corcheas.


Intermezzo Paganini. 


El otro invitado ilustre, el otro paradigma del Romanticismo. El abanderado del virtuosismo, de la destreza instrumental extrema, el diablo en música. Paganini hace su aparición de repente, interrumpiendo de manera turbulenta el curso del baile con su staccato peligroso lleno de contratiempos. 










Aveu.

Toda una confesión de amor ¿a quién? no lo sabemos. La música como si fuese la voz, discreta y temblorosa en su lirismo sincopado.


Promenade 

Otro vals, pero esta vez el más auténtico de todos, un vals plenamente chopiniano en su elegancia, en sus inquietudes armónicas, en sus susurros.  En la grabación escuchamos a Alicia de Larrocha interpretando desde el Valse allemande hasta Promenade.








El baile se acaba, el fin de fiesta está por llegar pero antes una brevísima pausa, tumultuosa que nos llevará a la Marche des Davidsbündler contre les Philistins. Interpreta: Wilhelm Kempff.




Marche des Davidsbündler contre les Philistins. 

Todo un desaire a la coinvención. Toda una marcha carnavalesca y guerrera. Si tomamos a pie de la letra las indicaciones de movimiento que pone el compositor, (la que nos dicen en una partitura a qué velocidad la debemos interpretar)  la pieza entera es un enorme acelerando.Y en él reconocemos a la Davidsbündler (Liga de David) una sociedad de música creada por Robert Schumann en sus escritos para defender la causa de la música contemporánea de sus detractores, los filisteos. Los dos principales miembros de esta liga ya nos han bailado mucho, pues son ni más ni menos que Florestán y Eusebio.








Hasta aquí este baile de máscaras organizado por Robert Schumann que ha tenido como invitadas estelares a sus dos amadas: la baronesa Ernestine von Fricken, -su prometida en aquel momento y a la que abandonó vilmente cuando supo que no podía aportar ninguna dote al matrimonio- y Clara Wieck,  joven apasionada en el momento en el que se concibió esta obra que acabaría convirtiéndose en su mujer; a dos músicos ilustres: Chopin y Paganini; a personajes de la Comedia del Arte y a personajes contemporáneos de ese mundo imaginario que abunda en sus escritos -no hay que olvidar que su Nueva Revista para Músicos, semanario de crítica y doctrina que se convirtió en plataforma del romanticismo musical, fue creada por Schumann en el mismo año que este Carnaval, en 1834-. Los más sencillos de reconocer los davidistas, los filisteos y como no, él mismo en su dual personalidad.





En 1910 esta pieza para piano se convierte a petición del empresario ruso Sergei Diaguilev en un ballet que entrará en el repertorio de Los Ballets Rusos, esa compañía de bailarines, coreógrafos, artistas y músicos que se convertirá en una de las mayores fuerzas de la representación artística del primer cuarto del s. XX.
Volveremos a hablar de ellos solamente decir que las ilustraciones que han acompañado a este artículo son bocetos de los trajes, dibujos o cuadros de época realizados para la versión para ballet de este Carnaval, op. 9 de Robert Schumann.




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